Sobre dejar el alcohol
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Dejar de beber alcohol fue una de las cosas más difíciles y, al mismo tiempo, que más me cambió la vida. Toda mi vida giraba en torno a la bebida, todos los días. Yo era un alcohólico funcional. Bebí hasta adormecerme... a veces, más de lo que quisiera admitir, hasta que me desmayé. Me encantaba esa sensación de entumecimiento hasta que me di cuenta, cuando estuve sobrio, de que estaba adormeciendo mis sentimientos y emociones. No pude sentir nada. No sabía que tenía tanto dolor porque el alcohol me mantenía adormecida, en un sueño, insensible a sentir cualquier cosa. Pero estuvo bien, pensé. Eso es lo que hace todo el mundo, ¿verdad? Estuve socialmente condicionado desde muy joven a salir a beber con mis amigos cuando las cosas iban bien, a celebrar, a matar el tiempo y cuando las cosas no iban bien, cuando estaba enojado y también triste. Era una especie de derecho de paso del niño al hombre. Siempre hubo una excusa para tomar una copa, hasta que beber se convirtió en parte de mi rutina diaria.
"Vamos a emborracharnos, jodernos, jodernos... vamos de fiesta". Esa fue la campana que sonó para lanzarse a una borrachera. Luego se coló silenciosamente tomando una copa mientras cenaba en casa, mientras veía una película, estando solo. Muchas fiestas, celebraciones y reuniones a las que fui, momentos especiales de los que no recuerdo una mierda. Recuerdos perdidos... sólo para ser evocados por la historia de otra persona sobre los eventos que sucedieron en ese momento. "¿Recuerdas cuando hiciste esto o aquello?" Todo fue diversión y risas... hasta que ya no lo fue.
Hice estupideces y lastimé a mucha gente... a los que amaba. Agradezco que nunca fui a prisión ni tuve un DUI o que arruiné la vida de alguien con mi estupidez. Tenía un grupo de ángeles guardianes protegiéndome, pero volaba más rápido que ellos y ellos luchaban por mantener el ritmo. El alcohol me abrió las puertas a conductas locas, a las drogas, a la infidelidad y a hacer otras cosas que no me siento orgulloso de decir. Destruyó relaciones, incluido mi matrimonio. Estaba tan entumecido como para darme cuenta de dónde estaban mal las cosas y demasiado jodido para ser dueño de mi mierda y hablar.
Sentarme con mis sentimientos y emociones en carne viva y sobria no fue divertido, lo admito. Enfrentarlos de frente fue doloroso, pero al reconocer ese dolor, comencé a sentirlo nuevamente. Comprender el por qué me aclaró la mente. Aceptarme y perdonarme trajo algo que no creía tener, el amor propio. Dejar de beber me hizo volver a ser humano y por eso estoy muy orgulloso de mí mismo.
Si eres un bebedor A, no importa la categoría en la que te coloques (un trago al día, bebedor social, etc.), continúa, no te estoy juzgando. Te amo y te acepto de la misma manera. Sin embargo, si crees que algo no está del todo bien en tu vida y crees que el alcohol puede ser la razón o si estás luchando contra el alcohol, ¡tengamos una charla aleccionadora!