Convertirse en un guerrero
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Un guerrero: alguien que está al servicio del orden más amplio de las cosas. Integrado, equilibrado, entero. Aquel que tiene la sabiduría, la fluidez y la gracia de lo divino femenino para suavizar y humillar sus acciones de modo que lidere desde la armonía interior, la compasión y el amor.
Ahora más que nunca necesitamos guerreros. No hombres ciegos y egoístas, desconectados y sin cuerpo. No hombres-hombres que perpetúan el miedo perenne y profundamente inseguro a lo divino femenino, un miedo expresado en miles de años de gobierno patriarcal y opresión matriarcal. No, de hecho, ahora es el momento de que los hombres saquen a la luz el control sistémico de lo femenino como una forma de mantener en el poder al masculino oscuro y profundamente herido. Ahora es el momento de que los hombres enfrenten su antiguo miedo a las mujeres, comenzando por sus madres, hermanas, abuelas, novias, hijas y extendiéndose hacia afuera.
Para convertir el miedo en amor. Control en reverencia. Convertir a un hombre en un hombre *gentil*, un hombre amoroso, un guerrero sincero e integrado, lo suficientemente maduro como para saber que es lo divino femenino lo que genera el poder y el propósito de lo divino masculino.
—Vince Gowmon
Ahora más que nunca necesitamos guerreros. No hombres ciegos y egoístas, desconectados y sin cuerpo. No hombres-hombres que perpetúan el miedo perenne y profundamente inseguro a lo divino femenino, un miedo expresado en miles de años de gobierno patriarcal y opresión matriarcal. No, de hecho, ahora es el momento de que los hombres saquen a la luz el control sistémico de lo femenino como una forma de mantener en el poder al masculino oscuro y profundamente herido. Ahora es el momento de que los hombres enfrenten su antiguo miedo a las mujeres, comenzando por sus madres, hermanas, abuelas, novias, hijas y extendiéndose hacia afuera.
Para convertir el miedo en amor. Control en reverencia. Convertir a un hombre en un hombre *gentil*, un hombre amoroso, un guerrero sincero e integrado, lo suficientemente maduro como para saber que es lo divino femenino lo que genera el poder y el propósito de lo divino masculino.
—Vince Gowmon